Hace tiempo leí: «El hombre es el único ser vivo que bebe sin tener sed y come sin tener hambre«. Y así es, en la mayoría de los casos bebemos y comemos más por placer que por necesidad.
Y es que la sociedad en la que vivimos nos invita a un picoteo constante de bebidas y comidas. Nos encanta relacionarnos, charlar con unos/as y otros/as, compartir momentos de ocio con seres queridos y todo ello lo hacemos entorno a la mesa. Y ya conoces la calidad nutricional de estas reuniones…brillan por su ausencia.
Sin embargo, este tipo de elecciones no sólo se dan en grupos, también están presentes de forma individual:
Estos son sólo algunos ejemplos de elecciones que se hacen de forma individual cada día.
Me gustaría tener en frente a estas personas para preguntarles una a una: «¿Realmente quieres comer eso?»
Puede que no conozcan otras opciones, ya sea porque no lo han visto en sus casas, porque el sitio al que acudan sea muy limitado o porque van con un/a amigo/a y hagan lo mismo por inercia, pero qué pasaría si tuviesen otras posibilidades:
Pues, seguramente por inercia se llevarían hábitos mucho más saludables:
Después de esta reflexión no hay vuelta atrás, si realmente te has sentido identificado/a la próxima vez que estés ante una situación similar no podrás evitar preguntarte a ti mismo/a o a alguien cercano a ti: «¿Realmente quieres comer eso?» o ¿Prefieres otras opciones? Y sólo si respondes o te responden: «¡Otras opciones, gracias!«, entonces sabrás que OTRAS OPCIONES SON POSIBLES y además TE PUEDEN GUSTAR.
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