¡Si no te lo comes ahora, será en la merienda y sino, en la cena!


No es un secreto que la alimentación de los niños/as es un reto diario para sus padres que suelen desesperarse al probar mil formas para que sus hijos/as coman sin lograr sus objetivos.

En muchos hogares, la educación se imparte en un rol directivo, es decir, «haz esto porque te lo digo yo y punto«. Con este rol educativo NO CONSEGUIREMOS que la persona que queremos educar entienda el «para qué» (en este caso: «para qué tengo que comerme esto si no me gusta»), no hay negociación de ningún tipo anulando totalmente esa flexibilidad necesaria de «tienes que hacer esto, te diré por qué y si no te queda claro, lo hablaremos«, y simplemente vamos a imponer algo que cuando no estemos delante NO VA A HACER, pues sólo lo hará CUANDO LO/LA OBLIGUES.

Esta educación es la tradicional, pero no la más efectiva. En muchos hogares se les dice a los niños/as: «¡Si no te lo comes ahora, será en la merienda y si no, en la cena!» . Esta frase es lapidaria y a muchos adultos de hoy  se les quedó grabada a fuego cuando eran niños/as.

Entonces, ¿Alguien se pregunta qué consiguieron los padres de Marta cuando la obligaban a comer espinacas? ¿Y los padres de Pablo cuando le obligaban a comer lentejas? ¿O los de Lucía cuando la obligaban a dejar el plato limpio?

Hoy, Marta odia las espinacas y «todo lo verde» y AHORA que NADIE LA OBLIGA, HA ELIMINADO LAS VERDURAS de su dieta.

Pablo, odia las lentejas y AHORA que NADIE LE OBLIGA, HA ELIMINADO LAS LEGUMBRES de su dieta.

Y a Lucía, le marcó tanto eso de «el plato tiene que quedar limpio» que es capaz de comerse un plato hasta arriba como otro muy escaso de alimentos sin tener en cuenta si se sacia o no porque su único objetivo es «terminárselo todo«.

Todos estos padres pensaron en su momento que esa era la mejor forma de educar a sus hijos/as para que «comiesen de todo«, pero ¿el fin justifica los medios? ¿o se pueden plantear las cosas de otra forma?

No te puedo dar mi enfoque como madre, pero sí como hija, y te puedo decir que gracias a que mis padres NO ME FORZARON A COMER , a pesar de que casi nada me gustaba, y FUERON FLEXIBLES en mi educación alimentaria, hoy me gustan la mayoría de los alimentos y los que no, no suponen ningún problema si los tengo que tomar en algún momento.

Desde mi punto de vista como Dietista-Nutricionista puedo decirte que por supuesto HAY OTRAS FORMAS de introducir alimentos que son inicialmente rechazados por los niños/as por su textura, olor o aspecto. Y si lo hacemos de forma progresiva conseguiremos que muchos de estos alimentos sean aceptados.

Y ahora que sabes que OBLIGAR a tu hijo/a a comer algo que no le gusta NO ES LA MEJOR OPCIÓN, simplemente dale tiempo para que lo vaya probando de otras formas. De esta manera, conseguirás que cuando sea adulto NO ODIE NINGÚN ALIMENTO.



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